martes, 29 de septiembre de 2015

El primer relato

 El primer relato es la puerta a una nueva dimensión

Todo escritor tiene su primer relato, su primera obra que ha escrito pensando en que otros la lean. No valen redacciones escolares ni cartas furtivas a amores de verano. Es una historia perfecta indistintamente del número de páginas que ocupe o incluso del género al que pertenezca.

El primer relato es la puerta a una nueva dimensión, una en el que vivir es una excusa para encontrar nuevos relatos, nuevas emociones que transcribir en palabras. No importa si se consigue el éxito, lo que importa es el ritual de tener que expresar historias que nos queman por dentro. Cuando se abre esa puerta es difícil que se vuelva  a cerrar, las rutinas del sueño, o del pasear en calma buscando la paz con nosotros mismos se acaban para siempre. Porque en cualquier momento volverá aparecer esa semilla, la de la historia perfecta: la vemos unos segundos, la sentimos unos instantes y nos puede llevar una vida pasarla al papel.  Y lo tendremos que hacer, mal o bien es otro punto que no importa ahora.
Todavía recuerdo mi primer relato, llegó un día de reyes paseando temprano por la orilla del mar. Fue una fuerza que me empujó a escribir nada más regresar a casa. Solo fueron ocho páginas que nunca nadie ha leído, pero esa historia breve, emotiva y triste, nació, creció y murió en palabras. Un regalo de reyes que está por abrir.

¿Cuál fue tu primer relato?

Post data: Nunca he editado obras escritas por mí. Y muy pocos amigos íntimos han podido leer alguna de mis obras, ¿por qué? Porque son muy malas y hay demasiado de mí en ellas.


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Los libros que no leemos

Los libros que leemos nos marcan la vida, pero los que no leemos nos la determinan.


Esos libros que empezamos y que por cualquier razón  no hemos acabado, pero queremos hacerlo.

Mi experiencia empírica me indica que son libros de muchas páginas, pesados y casi siempre best sellers que han sido el proyecto vital de algún escritor archi famoso norte americano. 
En ocasiones, se trata de algún regalo de un ser querido, lo que consigue hacernos sentir todavía  peor. O los compramos algún Sant Jordi en un acto de responsabilidad literaria.
Esos libros no están en la estantería junto al resto de libros, están en cualquier sitio espontáneo donde decidimos leer pero solemos quedarnos  dormidos. Y mantenemos contacto visual con ellos, yo a veces lo acaricio y lo ojeo dándole esperanzas que las trescientas y pico de páginas que me faltan por leer, las leeré mañana,  no,mejor el viernes, pero este no que salgo, el próximo...Y así lleno de falsas esperanzas se vuelve a quedar en el mismo sitio. ¡Que lástima! 
Si estáis pensando que esto es solo una reflexión  blogera, siento confirmaros que no,en mi caso tengo esos libros y son El camino de Tokaido  de Lucia St. Claire Robson y La Cúpula de Stephen King. La historia del primero es metafísica, me lo llevé el verano de 2007 a un idílico apartamento que tuve en la montaña el único año en el que he hecho 38 días seguidos de vacaciones porque cambié de trabajo. Prometí leer y hacer montaña pero sustituí lo primero por unas siestas terapéuticas extraordinarias. Aun así leí casi 500 paginas. Es mi "Don Quijote" particular, voy leyendo capítulos aunque cometí el mayor acto de infidelidad que se le puede hacer a un libro: leí el final. Eso lo cambió todo. 
Sobre La Cúpula de Stephen King, qué puedo decir, iba leyendo por la página 577 cuando llegó la serie de televisión y me quitó las ganas de seguir leyendo. Por cierto, una adaptación horrorosa, cualquier parecido entre la novela y la serie es pura coincidencia. El libro duerme tranquilo en mi mesita de noche, acostumbra a estar el último de una pequeña montaña de libros que tengo para revisar, alguna noche de insomnio repaso el índice de personajes, sí, tiene índice de personajes. Lo recomiendo para aquellos escritores que quieran un ejemplo de estructura, desarrollo y organización de personajes en un espacio cerrado. Ahora que escribo estas líneas me apetece seguir leyéndolo. ¡Esta noche lo haré! o no.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Los Ángeles también leen




Ángeles en 300 pixels
Los Ángeles también leen, o eso parece. No tengo ni idea de cómo empezar este blog y tampoco tengo claro cómo continuar. Pero estando en marketing digital ya me tocaba. Siento como si estuviera haciendo algo malo,  siempre he escrito en diario de papel, ese pequeño que guardamos en la mesita de noche. Sí, me confieso: soy una "frikie" de lo escrito a mano. Una pequeña necesidad interior en homenaje a mí misma. Para qué si no se escribe un diario, para uno mismo. Pobre cuaderno condenado in eternum a la soledad y el encarcelamiento de una cajón de una mesa de noche. Se le supone guardador de secretos,  secretos inquietos que buscan la luz. A caso no escribimos para ser leídos. Creo que hay algo de bi polar en el hecho de escribir en un diario: queremos escribir nuestros sentimientos y vivencias y que nadie los lea, disculpen pero no me lo creo. Nuestra psique nos traiciona, una vez más. En mi caso yo decidí hace muchos, muchos años escribir en el diario para no olvidar. Han habido etapas de toda clase: las que escribía solo lo malo, otras que solo lo bueno, otras muchas que solo lo anhelado.
También confieso que yo no escribo en el diario como si fuera una agenda. No le hablo en tercera persona, " querido diario",
hablo como si hablara a otras personas, a un grupo de amigos, y muchas páginas o turnos de escritura los acabo con un " buenas noches queridos amigos, gracias por escucharme..."
¡Incongruente, verdad! Pues ni son muchos ni me escuchan. Un solo objeto sobre el que escribir mis demonios reales y soñados. Un objeto que me da seguridad y me lo llevo en la maleta de viaje. Sí, nunca lo dejo en casa. En los viajes, me refiero. La mayoría de veces no escribo cuando estoy de viaje. Pero el solo hecho de tenerlo conmigo me tranquiliza, no vaya a ocurrir algo que me produzca la necesidad de contarlo. Y aquí llega este blog, porque realmente no sé si me quitará tiempo de mi diario, "el de los otros".  En fin las historias siempre se saben donde empiezan pero no donde acabarán. ¡Bienvenidos a esta, una de mis historias!