domingo, 29 de octubre de 2017

¿Por qué escribimos?


Hoy en día prácticamente escribe todo el mundo, las nuevas tecnologías han convertido a muchos objetos en lápiz y papel de fácil uso. El grave problema es que todos escriben pero solo una pequeña minoría lee. Cada vez es menor esa minoría, redundancia  tristemente real, respaldada por los datos de ventas del último cuatrimestre en las librerías ( Octubre 2017). 

Tal y como están las cosas, muchos me dirán: ¿Y quién es capaz de leer con todo lo que está pasando? Pues no hay mejor manera de romper con el ruido de ahí fuera que leer.

La lectura es la primera víctima en estos días de estrés político y convulsión ciudadana, que es inversamente proporcional a la gente que lee, es decir que aumenta el número de ciudadanos convulsos a cada minuto, mientra aumenta el número de quien escribe, incluso sin haber leído primero aquello a lo que responde, pero escribe.

La inmediatez de las redes sociales puede hacer pasar desapercibido un escrito pero no a un escritor de libros, un contador de historias de ficción, que superan la realidad y cautivan a esa minoría lectora. Su mensaje tendrá poca posibilidad de camuflarse y  pernoctará en la mesita de noche anhelando que el lector  tenga algún minuto de paz para robarle unas líneas a su historia.  

Si después de leer este artículo preguntáis a Mr. Google por qué escribir os dará respuestas y consejos de escritores famosos pero tengo mi propia teoría: por encima de la fama, las causas políticas, las monetarias, y más allá de las necesidades creativas, de las influencias de la ficción, de los traumas de unos y de otros, la verdadera razón por la que escribimos es para leernos.

Escribimos para leernos a nosotros mismos, a veces lo disfrazamos de estrategias narrativas como por ejemplo decir que  la ficción dominó mi realidad, el personaje tomó las riendas de mi argumento o bien mis ideas me obligan a escribirlas… ¡Excusas! El escritor escribe para leerse, es decir se envía mensajes a sí mismo, aquello que nunca diría, pensamientos que nunca reconocerá que son suyos, perversidades que le encantaría vivir o que ha vivido pero finge que alguien se las contó, vilezas a las que le habría gustado enfrentarse…Nos enviamos mensajes a nosotros mismos. Nuestro subconsciente intenta comunicarse con nuestro consciente, pero normalmente esos intentos se pierden en nuestro día a día mental.

El por qué existe esa necesidad, aquello que debemos  entender en nuestros propios escritos, eso ya lo debe averiguar cada uno. Es el gran reto de cada escritor, tal vez cuando lo averigüe  pueda dejar de escribir o bien encontrar la vía de seguir haciéndolo en paz.

Por eso os animo a leeros, sí,a retomar manuscritos o borradores antiguos y volver a leerlos, os sorprenderá el resultado. Encontraréis aspectos de vosotros mismos que están aletargados durante años y que intentan ver la luz del  mundo real en forma de personajes literarios.

Romper con la ficción y ser vosotros mismos, aunque sea un poquito cada día.



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jueves, 5 de octubre de 2017

Villanos y héroes


Hace unos días leía una efemérides sobre uno de los primeros hombres en circunnavegar el mundo en una sola expedición, se trataba de Sir Francis Drake, Inglaterra 1543-1596, Panamá.
No es que me gusten los temas navales, pero me fascinó su biografía y el concepto que me perturba desde entonces se basa en lo que entendemos por hombres buenos y hombres malos. ¡Qué concepto tan etéreo! Volviendo a mi pirata inglés, Sir Drake, fue un buen ejemplo de la pluralidad de las verdades: un héroe político para los ingleses, sin embargo un corsario y pirata de extraordinaria crueldad para los españoles.
Sus hechos dejan claro que fue un explorador de los mares y desde niño tuvo un instinto especial para navegar. Un encuentro, poco fortuito, contra la flota española en el golfo de México le marcaría para siempre y su odio hacia la corona española lo acompañaría hasta su muerte,  a pesar del acuerdo de tregua firmado entre ambos reinos.
La reina, Isabel I de Inglaterra, lo nombró caballero por todo lo que había aportado a la corona mientras que los libros de historia españoles se refieren a él como un comerciante de esclavos y corsario de crueldad extrema.
¡Héroe o villano! ¡Verdad o mentira! Esa es la cuestión. En tiempos de lucha por  verdades absolutas solo quiero recordar que nada es lo que parece y los términos “verdad” y “pura” no pueden darse nunca juntos: “ Pura verdad” pues verdad verdadera hay tantas como personas y lo que es puro para unos puede resultar sucio para otros.

Personalmente, perseguir la verdad es como perseguir la perfección, cada uno es perfecto a su manera y no vale arquetipos estandarizados. Estamos solo a 2017 y este nuevo siglo ya empieza a cansarme, supongo será por las altas expectativas que tenía de él.  Nací en el 1970 y casi todo el mundo esperaba más de un nuevo siglo que sonaba a futuro verdadero. Lo que nadie nos aseguró que en el futuro tampoco vive la verdad, ni en el pasado. Con lo que será mejor no buscarla y seguir negociando entre lo bueno, lo malo y lo peor, y a estas alturas prefería algunos malos del pasado más cercano ( principios del siglo XXI, apunte para malpensados) que algunos "verdaderamente buenos" recién llegados.


Todo esta reflexión tan superflua es para deciros que vosotros, escritores, no os tenéis que ceñir a realidades, bien al contrario, dejad que vuestras musas os guíen y cread personajes llenos de verdades y maldades absolutas, sí, villanos y héroes que nacen y mueren entre esperanzas de tinta y roces de papel. Provocad, excitad y sentid, sentirlo todo para emocionar al lector que busca verdades, fuera de libros, que no existen. 

Nota: para aquellos amigos que me inspiran y aun pensando distinto nos queremos  y nos respetamos. Sou collonuts!