miércoles, 31 de mayo de 2017

Héroes de papel


Vivimos en una sociedad que mitifica la felicidad unida al éxito económico y la belleza física en función de unos cánones irreales. Si reflexionamos es meritorio sobrevivir a toda la presión a la que nos somete la sociedad con sus exigencias de grupo. Cómo podemos avanzar después de una pubertad cruel que nos demuestra que no llegaremos a alcanzar la talla media europea, en mi caso, no la alcanzo en nada, es decir ni en estatura ni en otros parámetros de mi cuerpo. Me quedé tal cual cuando tenía unos 13 años, sigo esperando un cambio físico que me haga crecer a lo alto y alguna parte de mí necesaria para entrar en el paraíso. Ahora lo único que crece en mí es el número de arrugas y canas que poco a poco se suman a este cuerpo diminuto.

Crecemos sin que nadie nos diga que podremos enfermar, que los príncipes que nos amarán se convertirán en monstruos y que todos los que te rodean te olvidarán y girarán la cabeza cuando no seas portador de esa falsa felicidad prometida en medios como Disney Channel ¡A ver, señores, despierten que la gente normal no vive en cruceros y no tiene dotes artísticas para cantar, bailar y hacer un chiste sin despeinarse! Supongo que los millenniars soñaron con ser Hanna Montana y ellos, Troy Bolton de los Wild Cats, pero los de la Generación X, o sea los míos, también tuvimos nuestros mitos y nos quedamos esperando un cambio en la adolescencia que nos transformara en Olivia Newton John o la princesa Leia de la Guerra de las Galaxias. En mi caso, me queda el consuelo que tengo algo de bajito y a veces hablo extraño como el maestro verde de la famosa saga, o sea Yoda.

Os preguntaréis para qué explico todo esto. Quiero compartir mi admiración por dos de nuestros escritores ya publicados,
Daniel Escriche y Carles Edo, los dos han desarrollado personajes reales que acaban siendo héroes y protagonistas que están enfermos y viven felices, como viene pasando en la vida real, esa de la que nadie habla. Daniel Escriche, el escritor del Montseny, ha desarrollado un personaje, Mario Bizarri,  que es escritor y está diagnosticado como bipolar, en el libro La fruta madura se intuye, aunque no lo acaba de desarrollar. Os adelanto que habrá nuevas aventuras de ese personaje y la enfermedad condicionará su día a día, con normalidad, y no le quita dotes de investigación ni creatividad. Empatiza con el lector y resulta muy creíble. 

Por otro lado Carles Edo, en Todo lo que sé…desarrolla a Sam recién llegado a los cincuenta, ex toxicómano y enfermo de SIDA.
Sam tendrá valor y determinación para plantar cara a un joven y sano asesino. Estos dos escritores son héroes, rompen los tabús y con ello el silencio. El silencio que te intimida por el miedo de no encajar, o del ”qué pensarán si saben…”

Miedo, siempre miedo, bloqueador y limitador de personas. Hablemos, hablemos de todo, con respeto, despacito y descubriremos que no hay nada tan maravilloso como la verdad, y que las verdades incómodas no existen. Lo único incómodo y destructivo es la mentira.
Por ello buscar en vuestra inspiración y crear personajes auténticos y creíbles, olvidaros de los cánones de la felicidad y apostar por lo auténtico, vuestro lector lo agradecerá.

jueves, 18 de mayo de 2017

Trabajo sanador

 A veces nos referimos a actividades que nos sanan, nos ayudan a sentirnos mejor, normalmente nunca hablamos del trabajo como una de ellas. Os aseguro que los proyectos en los que estoy trabajando me renuevan, me sanan de distintas maneras.

Hoy, por fin, se empieza a distribuir El hombre que no entendió a Newton, de Jordi Márquez el escritor atípico con una obra nada convencional. Esta novela te gusta o la odias desde el primer párrafo. No se trata de esforzarse en leerla, si no te ha arrancado una sonrisa en la primera página y no te has enganchado a la historia en las primeras líneas, ya no lo conseguirás. 

El mundo, o sea, mi mundo a partir de ahora se dividirá entre aquellos a los que les gusta esta obra y a los otros que no. No se trata de buenos o malos, sino de capacidad de empatizar, y cada uno lo hace con lo que puede. Esta novela es una brisa de aire fresco, de ingenuidad y fortaleza en un personaje que te fascina y enamora. Con un amor tierno, de aquellos que te hacen reír aun sabiendo que no será para siempre. 

El hombre que no entendió a Newton es como un buen vino, lo mejor te queda después de haberlo leído. Al final de la historia comprendes que te has dejado llevar y que sabías que el personaje no estaría contigo para siempre…No obstante a través de sus discapacidades creces y las superas con él. Y en cuanto has empezado a leer ya no puedes bajar de la Torre Eiffel ni dejar de mirar Paris. ¡Qué bello todo desde allí arriba! Asómate a esta obra y entenderás lo que digo. ( Distribuida por Ben Vil)


El otro trabajo ha llegado con sigilo pero ha conmocionado toda mi existencia, si os digo Minangkabau, así de entrada no entenderéis nada. Pues acostumbraros a la palabra porque pronto vais a oírla muchas veces. Es el nombre de una comunidad que vive en Sumatra, Indonesia, y se rige bajo las leyes de la mujer como heredera y pieza fundamental en la organización de la sociedad, es un matriarcado dentro de un estado islámico. Una revolución social que empezó con los exóticos viajes de una pequeña Robinson Crusoe en femenino, Anna Boyé, una naufraga de nuestra sociedad materialista que encontró su orilla de supervivencia en el estudio antropológico de sociedades matriarcales que sobreviven en nuestro mundo actual. Anna Boyé, antropóloga y fotoperiodista, después de casi veinte años de fotoperiodismo en medios como La Vanguardia, decide hacer un libro donde explicar sus experiencias y aprendizaje de sociedades en las que las mujeres son respetadas, queridas y consultadas en todos los ámbitos del día a día. Las herederas, sociedad matriarcal Minangkabau , Sumatra, es el título de nuestra primera obra no literaria, un trabajo de fotoperiodismo, una experiencia visual enriquecida con texto e imágenes de gran belleza que nos conducirán a un viaje existencial hacia un nuevo modelo de sociedad, real y posible.